Los lunares pueden ser marcas de belleza perfectas o manchas inofensivas pero no deseadas. A pesar de ello, es importante conocer la posibilidad de que se transformen en cancerosos. Entonces, ¿cuáles son las señales clave que debes tener en cuenta?
A menudo, asumimos que los lunares son directamente el resultado de la exposición al sol por su asociación con el cáncer de piel, pero aunque se piensa que los rayos ultravioleta pueden favorecer la aparición de lunares, tenerlos desde el nacimiento no es algo raro.
¿Qué se entiende por lunares?
Estas marcas tienen una gran variedad en cuanto a su apariencia y tamaño: pueden ser irregulares, lisos, prominentes o peludos, pero en su mayoría presentan bordes limpios y son de forma redonda o ovalada.
Nuestro cuerpo produce las células de melanina que provocan que los lunares sean generalmente más oscuros que el resto de la piel, aunque en ocasiones pueden ser del mismo color.
Existen casos más infrecuentes de lunares, como los halo nevus, que están rodeados por un círculo blanco debido a la pérdida de melanina, y los nevus azules, que presentan una tonalidad azul oscuro porque los melanocitos se encuentran en las capas profundas de la piel.
¿Por qué se aparecen los lunares?
Los lunares tienden a surgir en los primeros 30 años de vida. Son más comunes en personas de tez clara, y también se ha notado una tendencia hereditaria en su aparición. Los lunares a menudo aparecen y desaparecen con los cambios hormonales.
El embarazo puede oscurecer los lunares, la pubertad puede hacerlos más numerosos, y es probable que con la vejez disminuya su aparición. Pero, a diferencia de las pecas, los lunares suelen ser permanentes, ya que las pecas son más pequeñas, claras y pueden salir temporalmente después de la exposición al sol.
¿Cómo identificar si un lunar es canceroso?
Por norma general, los lunares solo presentan uno o dos colores, mientras que los lunares cancerígenos (melanomas) pueden ser una combinación irregular de colores como marrón claro, marrón oscuro, negro, rojo o rosa.
Si revisas periódicamente tus lunares, deberías ser capaz de detectar cualquier cambio que requiera ser consultado con un médico. Pero aunque un lunar pueda parecer sospechoso, no hay por qué alarmarse: los lunares atípicos son comunes en el 10% de la población, pero sólo uno de cada 10.000 de estos casos será melanoma. Sin embargo, siempre es preferible tomar precauciones, ya que el melanoma puede ser letal.
