En vista de que la población mundial podría alcanzar los 9.700 millones en 2050, los sistemas de alimentación están enfrentando retos para proveer soluciones sustentables y nutritivas. Los insectos comestibles se están volviendo destacados como una alternativa viable a las proteínas animales convencionales.
Los insectos han sido un alimento esencial en muchas culturas durante siglos y su resurgencia actual refuerza la necesidad de opciones que equilibren aspectos ambientales, nutricionales y económicos.
Beneficios para el ambiente y la nutrición
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha enaltecido los beneficios del consumo de insectos para el ambiente y la nutrición. A diferencia de las fuentes tradicionales de proteínas animales, la crianza de insectos requiere menos recursos, emite menos gases de efecto invernadero y genera menos desechos. Su bajo impacto ambiental los presenta como una fuente esencial para disminuir la huella ecológica de la producción de alimentos.
Además, su rica presencia de proteínas, vitaminas y minerales los vuelve una opción atractiva para el presente y futuro.
Una industria en ascenso
Esta relevancia ha permitido que la industria de los insectos comestibles experimente un crecimiento acelerado, proyectándose que el volumen de negocio superará los 9.000 millones de dólares para 2029.
Más de 400 empresas activas en Europa y Estados Unidos lideran esta revolución gastronómica. Países como Australia estan emergiendo como protagonistas principales en su producción, mientras que México, reconocido por la existencia de 549 especies comestibles, tiene un papel destacado en América Latina.
En Europa, la regulación de este tipo de alimentos ha avanzado significativamente. Actualmente, se han aprobado cuatro especies para el consumo humano: el gusano de la harina (Tenebrio molitor), la langosta migratoria (Locusta migratoria), el grillo doméstico (Acheta domesticus) and las larvas del escarabajo pelotero (Alphitobius diaperinus). Disponibles en formatos secos, congelados, en polvo y pasta, estas especies han abierto un nuevo mercado para los alimentos sostenibles.
¿Pero son seguros?
Totalmente..! Sin embargo, los productos derivados de insectos no sólo tienen que ser de calidad para su aceptación en los mercados globales, sino que también es necesario que se realicen rigurosos controles para evitar peligros físicos, químicos o biológicos. Por lo tanto, en los últimos años se ha registrado la presencia de parásitos, bacterias and viruses en algunos de estos alimentos.
Urge reiterar que, aunque la comercialización de insectos es regulada en la Unión Europea, la contaminación puede suceder en varias etapas:
Desde el origen de los insectos. Dependiendo de donde y cómo son criados, los insectos pueden absorber metales pesados del ambiente o del substrato con el que son alimentados.
Por falta de control en las ventas por internet. No todas las plataformas de venta verifican que los productos cumplan las estipulaciones.
Por diferencias en los estándares de control. Algunos países pueden ser más laxos en este aspecto, lo cual permite que productos contaminados puedan entrar al mercado.
Por estos motivos, se alienta a los consumidores a comprar productos que cumplan con las regulaciones europeas y que busquen certificaciones de seguridad alimentaria.
Seguridad alimentaria: Más allá de la sostenibilidad
Los consumidores deben entender que el cumplimiento de los estándares de calidad por parte de los insectos comestibles es tan crucial como en cualquier otro alimento que consumimos. Esto incluye regulaciones claras en el manejo de los substratos, condiciones ambientales, controles de calidad rigurosos en las granjas de insectos, análisis periódicos de los contaminantes químicos, físicos y microbiológicos.
En conclusión, por más que los insectos comestibles sean una innovación alimenticia, deben proporcionar máximas garantías de calidad para su consumo.
¿Y tú, estás listo para probar los insectos comestibles?
