¿El estrés prolongado puede acelerar la aparición y progresión del cáncer?
Probablemente conozcas a alguien que ha sido afectado por el cáncer. Es posible que en algunos casos se sospeche que la enfermedad surgió debido a un período de ansiedad o miedo prolongado. En este artículo exploraremos si esta asociación es cierta o si carece de bases científicas y si las situaciones de abuso o amenazas en el hogar, el trabajo o las relaciones sociales pueden favorecer la aparición de células con mutaciones en su ADN.
¿Qué papel juegan las hormonas del estrés en el cáncer?
En una situación de peligro, nuestro sistema nervioso autónomo promueve la producción de glucocorticoides (cortisol) y catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), conocidas como hormonas del estrés. Estos cambios hormonales favorecen la provisión de energía al cerebro y los músculos, permitiéndonos reaccionar ante la amenaza. Sin embargo, otras funciones fisiológicas, como la respuesta a infecciones y la reparación o eliminación de células anormales, son relegadas a un segundo plano.
Esta reorganización de prioridades corporales no supone un problema a corto plazo. Sin embargo, está bien documentado que el estrés psicológico prolongado puede dar lugar a enfermedades cardíacas, problemas de cicatrización y una disminución en la resistencia a las infecciones. Más recientemente, el estrés crónico también se ha asociado con el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.
¿Qué dice la ciencia sobre la relación entre el estrés y el cáncer?
En general, la Organización Mundial de la Salud no incluye el estrés como una causa directa del cáncer. En su lugar, se tiende a asociar el estrés con ciertos comportamientos no saludables, como fumar, comer en exceso, ser menos activos o consumir alcohol, que sí están asociados a un mayor riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer. Esta explicación, sin embargo, echa la culpa a la víctima por su "falta de voluntad" y no es del todo correcta, como veremos a continuación.
Evidencia experimental
Los estudios epidemiológicos sobre la relación entre el estrés psicológico y el cáncer no son concluyentes, principalmente por la gran cantidad de variables que hay que considerar. Sin embargo, un reciente y extenso estudio sugiere una relación, que puede ser tanto directa como indirecta.
Por otro lado, los estudios de laboratorio sugieren que el estrés psicológico crónico podría favorecer la formación y crecimiento de tumores de manera directa a través de distintos mecanismos. El estrés puede debilitar el sistema inmunitario, lo que tiene como consecuencia una menor capacidad para eliminar células anómalas, algunas de las cuales podrían ser precursoras del cáncer. Además, ciertos genes actúan como factores protectores contra la proliferación celular excesiva y el daño celular; uno de los más frecuentemente mutados o desactivados en los tumores es el que codifica por la proteína p53.
Dos estudios de laboratorio han mostrado que el estrés psicológico podría promover el crecimiento tumoral a través de la inhibición de la función de supresión de tumores de la p53. Uno de estos estudios demostró que el cortisol favorece la destrucción de p53 y de sus funciones antitumorales.
En el caso de las poblaciones humanas, se ha observado que las personas con síndrome de Cushing, que produce una cantidad excesiva de cortisol, tienen una mayor tendencia a desarrollar tumores.
Medición de los marcadores de estrés como método de prevención
Hoy en día, gracias a los avances tecnológicos, podemos medir los niveles de miles de moléculas en sangre, orina o saliva, incluyendo las hormonas del estrés. Esta información nos permitiría detectar niveles anormales de ciertos marcadores asociados al estrés psicológico, lo que podría ayudarnos a predecir el riesgo de una persona de desarrollar cáncer.
