El fascinante origen de los años bisiestos que seguramente desconocías

Curiosidades

Por Gloria Paula Trujillo, 20.03.2024



Un día más en el calendario cada cuatro años puede parecer una antigua tradición, pero te sorprenderá descubrir que detrás de esta práctica hay un motivo más pragmático relacionado con la rectificación del calendario. Profundicemos en la historia fascinante de los años bisiestos.

La necesidad de la reforma por parte de Julio César

En la antigua Roma, un año civil se contabilizaba en 304 días, equivalentes a 10 meses. Esto, sin embargo, no se alineaba correctamente con el ciclo de rotación solar, que dura 365,242 días, lo que provocaba errores en la cronología anual.

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Por ello, los romanos añadieron enero y febrero a su calendario, llevando el total de meses a doce. Aun así, las irregularidades persistieron. En respuesta, Julio César, en consulta con el astrónomo Sosígenes de Alejandría, introdujo una reforma en el 46 aC que instauró un concepto conocido como 'día bis' para regular el año.

Resolviendo problemas pendientes

Con la reforma de César, se tomó la decisión de que el año comenzaría en enero y no en marzo, como se había hecho hasta entonces. Además, para compensar el tiempo perdido, se estableció un día extra al final de febrero, el mes más corto del año, cada cuatro años.

La implementación de estos cambios, sin embargo, no resultó tan precisa como se esperaba. En 1582, se descubrió que el equinoccio de primavera, cuando el día y la noche tienen la misma duración, se produjo diez días antes de lo esperado.

La aparición de los años bisiestos

El error radicaba en el hecho de que la reforma juliana calculaba erróneamente la duración del año como 365 días y 6 horas, acumulando 24 horas extra cada cuatro años. Sin embargo, en realidad, la duración del año solar es de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos, lo que significa que cada cuatro años se acumulaban menos de 24 horas.

Este desfase llevó a que para mediados del siglo XVI la discrepancia ya se había vuelto inaceptablemente grande, retrasando el año solar. Para resolverlo, el Papa Gregorio XIII implementó una reforma que cambió el calendario, estableciendo que los días bisiestos - y todos los demás días - duraban exactamente 24 horas y se repetían cada cuatro años.

Fuente de la información: Conceptode / Wikipedia



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