La creciente población mundial proyecta un desafío clave en satisfacer la demanda de alimentos para el próximo medio siglo. Ante este reto, científicos de diferentes naciones, incluyendo a la investigadora española Elena Ojea del Centro de Investigaciones Marinas de la Universidad de Vigo, están estudiando la viabilidad de maximizar el uso del mar para cubrir nuestras necesidades alimentarias.
De acuerdo con un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la población mundial para el año 2050 podría alcanzar los 9.100 millones de personas. La expansión de la agricultura y la ganadería terrestre podría ofrecer una solución; sin embargo, esto podría intensificar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Por lo tanto, nuestros océanos podrían desempeñar un papel crucial a futuro.
Según el estudio publicado recientemente en la revista científica Nature, si se aplican prácticas sostenibles, la producción anual de alimentos marinos podría aumentar entre un 36 % y un 74 % para el año 2050. Esto es equivalente a entre 21 y 44 millones de toneladas adicionales de alimentos, sin dañar los ecosistemas y sin contribuir al cambio climático.
El papel vital de la acuicultura
En la actualidad, los pescados y mariscos constituyen el 17% de la carne comestible a nivel mundial. De este total, el 80% proviene de pesquerías salvajes. Sin embargo, la acuicultura podría desempeñar un papel crítico para incrementar la disponibilidad de alimentos marinos. Los investigadores estiman que el cultivo de mariscos y la cría de peces podrían aumentar hasta el 44% de la carne de mar que se consume.
Desafíos y soluciones potenciales
Para resolver el problema de la sobreexplotación de las pesquerías, los investigadores sugieren que los gobiernos implementen mecanismos para administrarlas según el rendimiento máximo sostenible. Además, destacan que las piscifactorías podrían mejorar significativamente mediante la implementación de tecnologías avanzadas.
Los investigadores también sugieren un cambio en los hábitos de consumo hacia especies marinas que generen un menor impacto ambiental, como los bivalvos. La implementación de estas recomendaciones, sin embargo, debe hacerse siguiendo reglas sólidas de gestión pesquera, respetando los límites ecológicos y económicos para garantizar la sostenibilidad en el largo plazo.
