Iván el Terrible, el zar ruso que reinó de 1530 a 1584, es recordado por su naturaleza brutal y despiadada respaldada por una serie de actos bestiales que datan desde su temprana infancia y juventud, periodos en los cuales se deleitaba torturando animales de todo tipo y tirando perros desde las azoteas del palacio real.
Su primer delito político documentado ocurrió en 1543, a la tierna edad de trece años, cuando ordenó que Andrei Chuiski, el líder de la familia noble más poderosa de Rusia que dominaba en gran parte el gobierno, fuera lanzado a sus perros hambrientos guardados para tales propósitos.
En 1555, comandó la construcción de la Iglesia de San Basilio en Moscú. Tan satisfecho quedó con esta magnífica creación que mandó despojar de la vista a los arquitectos responsables, Postnik y Barma, para asegurar que nunca más pudiesen realizar algo más impresionante. En 1570, dirigió un ejército de 15 000 hombres hacía la ciudad de Novgorod, devastándola y acabando con la vida de miles de personas (alrededor de 60 000), desatando una auténtica orgía de terror, e incluso tirando a docenas de niños a las frías aguas de un río cercano solo por placer de ver tal espectáculo.
El 14 de noviembre de 1581, superado por la ira, asesinó a golpes a su propio hijo y heredero, Iván Ivanovich. Admitió abiertamente que había violado a más de mil vírgenes y que había asesinado personalmente a todos los recién nacidos fruto de dichos actos horrendos.
