Esta es sin duda la historia más desgarradora que he relatado jamás. Es una extraordinaria narración que ilustra el amor fraternal, a pesar de tener al mismo padre abusivo. El periplo de esta, sus experiencias a lo largo del camino, y el desenlace son simplemente inolvidables. Vale la pena leerla por completo, te lo aseguro. Lo siguiente está relatado con sus propias palabras.
Nueve años atrás, conocí a mi padre biológico, y descubrí que tenía hermanos pequeños. Tres días después de conocerlos, nuestro padre me pidió que vivieran conmigo, ya que él trabajaba en el extranjero. Esta foto fue tomada en nuestra primera noche juntos. Ellos tenían 6 y 7 años en aquel entonces, yo tenía 19. Debido a que solamente los había conocido tres días antes de tener que hacerme cargo de ellos, el amor que tengo hacia ellos es más de una madre que de una hermana. Este es Quinten. Tenía 7 años cuando vino a vivir conmigo, Quinten nació con una rara anomalía cromosómica (Cromosoma 9 anular) que le impide caminar, hablar y cuidarse por sí mismo.
Quinten por otro lado, era un niño muy feliz. Solía reír y sonreír a la menor provocación. Le encantaba la música y el agua, ser alzado y arrullado, y girar. Le gustaba que lo trataran como un NIÑO, no como un bebé frágil. No estaba enfermo, no era frágil, simplemente había ciertas cosas a las que teníamos que prestar atención. Nunca, JAMÁS, lloraba, a menos que estuviera fingiendo para obtener más golosinas. 🙂
A donde fuera que Quinten iba, Cameron lo acompañaba. A pesar de ser el hermano menor, Cameron era el guardaespaldas de Quinten. Peleaba por él, le confiaba sus secretos, lo arrullaba cuando no se sentía bien. Cuando estaba en primer grado, tuve que escolarizarlo en casa, ya que no podía funcionar en la escuela pública. Estaba demasiado preocupado acerca de dónde estaba Quinten, y si estaba bien.
¿Qué pasó luego? ¿Cómo quedó la vida de estos hermanos? ¿El abuso del padre fue finalmente castigado? ¿Hay alguna esperanza en esta trágica historia? Sigue leyendo, no te dejará indiferente.
