La percepción popular de que el alcohol con moderación puede ser saludable está siendo cada vez más desafiada por los descubrimientos científicos. Los resultados más recientes, especialmente en relación al cáncer, complican esta creencia.
Un informe reciente de la Asociación Estadounidense para la Investigación del Cáncer subraya la intrincada conexión entre el alcohol y el cáncer, llegando a algunas conclusiones interesantes.
El informe sostiene que alrededor del 40% de los casos de cáncer están conectados a "factores de riesgo modificables", es decir, factores que nosotros, como individuos, tenemos el poder de alterar, siendo el consumo de alcohol uno de estos factores principales.
Existen seis tipos de cáncer que han sido asociados con el consumo de alcohol: cáncer de cabeza y cuello, de esófago, de hígado, de mama, colorrectal y de estómago.
En una perspectiva que puede sorprender a muchos, más del 5% de los diagnósticos de cáncer en occidente durante 2019 estuvieron vinculados al consumo de alcohol, y esta proporción parece estar en aumento.
Esta estadística reta la visión del alcohol como un inofensivo facilitador social, y se basa en varios estudios bien fundamentados que han establecido una correlación entre el consumo de alcohol y el riesgo de cáncer. Pero esta es solamente una parte de la narrativa más amplia.
El informe también destaca una tendencia inquietante, el aumento de ciertos tipos de cáncer entre los adultos jóvenes. Continúa identificando un incremento anual del 1.9% entre 2011 y 2019 para el cáncer de colon de aparición temprana en individuos menores de 50 años.
Las investigaciones consistentemente demuestran una relación entre el consumo regular de alcohol en temprana y mediana edad adulta y un aumentado riesgo de cáncer de colon y recto en etapas posteriores de la vida. Pero también importante es reconocer que esta historia no necesariamente tiene un final trágico.
Es más bien una narrativa con una lección moral, y puede tener un desenlace esperanzador. A diferencia de muchos riesgos de cáncer, el consumo de alcohol es algo sobre lo que tenemos control. Disminuir o eliminar el consumo de alcohol puede reducir el riesgo, ofreciéndonos una manera de actuar frente a una enfermedad a menudo impredecible.
La relación entre el alcohol y el riesgo de cáncer sigue generalmente un patrón de dosis-respuesta, lo que significa que los niveles más altos de consumo están vinculados con un mayor riesgo. Incluso el consumo ligero o moderado de alcohol ha sido conectado con un mayor riesgo de algunos tipos de cáncer, particularmente el de mama.
Debemos recordar, sin embargo, que aunque el alcohol aumenta el riesgo de cáncer, no todos los que beben alcohol desarrollarán esta enfermedad. Existen muchos factores que contribuyen al desarrollo del cáncer.
Cómo el Alcohol Daña el ADN
Es importante entender que el recorrido del alcohol no termina en el porcentaje de riesgo, sino que se extiende a nivel celular en nuestro organismo. Cuando ingerimos alcohol, nuestro cuerpo lo descompone en acetaldehído, una sustancia que puede dañar nuestro ADN, el molde de nuestras células.
El alcohol puede potencialmente reescribir nuestro ADN, creando cambios llamados mutaciones, que eventualmente podrían causar cáncer. La historia se complica aun más al considerar las variadas formas en que el alcohol interactúa con nuestros cuerpos.
El alcohol puede perjudicar la absorción de nutrientes y vitaminas, alterar los niveles hormonales, y hasta facilitar la penetración de sustancias químicas dañinas en las células de la boca y garganta. Puede impactar las bacterias en nuestros intestinos, conocido como microbioma, que es esencial para nuestra salud y bienestar.
El consumo de alcohol también está relacionado con otros aspectos de nuestra salud y estilo de vida, y es importante no considerarlo en aislamiento.
El consumo de tabaco, por ejemplo, puede aumentar significativamente los riesgos de cáncer asociados con el alcohol. Factores genéticos también juegan un papel, ya que ciertas variantes genéticas afectan la forma en que nuestro cuerpo metaboliza el alcohol.
La inactividad física y la obesidad, a menudo asociadas con el consumo excesivo de alcohol, también incrementan de manera independiente los riesgos de cáncer, pero la combinación con el alcohol puede agravar notablemente estos riesgos.
Existen sin embargo, algunas ideas equivocadas que persisten. El tipo de bebida alcohólica – ya sea cerveza, vino o licor – no altera significativamente el riesgo de cáncer. Es el etanol (la forma química del alcohol) lo que es carcinogénico (causante de cáncer).
La moraleja final no es que debamos abstenernos completamente de disfrutar de una copa de vino o una cerveza con amigos, sino que debemos estar conscientes de los riesgos asociados y hacer decisiones informadas en consideración a nuestras metas de salud.
El alcohol tiene muchos impactos, no solo en términos de cáncer. Un estudio reciente de gran escala en el Reino Unido de más de 135,000 bebedores de edad avanzada demostró que cuanto más beben las personas, mayor es el riesgo de muerte por cualquier causa.
Estos y otros hallazgos similares subrayan la importancia de crear conciencia y educar al público sobre los riesgos potenciales asociados con el consumo de alcohol.
Como va en aumento nuestra comprensión de la relación entre el alcohol y el cáncer, se vuelve cada vez más claro que algo que muchos consideran un lujo inofensivo puede tener más graves consecuencias para la salud de lo que originalmente creíamos.
Sorprendentemente, no mucha gente parece ser consciente de estos riesgos. En los Estados Unidos, aproximadamente la mitad de la población no sabe que el alcohol aumenta el riesgo de cáncer. Esta falta de conciencia es un obstáculo que necesitamos superar.
