Emociones en el Reino Animal: Más Similares a las Nuestras de lo que Imaginábamos

Inspiración

Por Gloria Paula Trujillo, 15.12.2024



Compartiendo emociones con el reino animal: Un vínculo emocional profundo

¿Te has cuestionado alguna vez si los animales experimentan emociones de manera similar a nosotros? La respuesta es afirmativa. Tu perro que se emociona al verte, el elefante que emite lágrimas, son evidencias de que los animales sienten una variedad de emociones que se asemejan a las nuestras en muchos aspectos.

De acuerdo con la investigación desarrollada por Jaak Panksepp, prestigioso neurocientífico y profesor emérito de psicología, existen siete emociones básicas que compartimos con el reino animal. Estas emociones no solo son vitales para nuestra supervivencia, sino que también evidencian nuestra profunda conexión con los animales.

La curiosidad que nos impulsa: La emoción de búsqueda.

La emoción de búsqueda es lo que nos motiva a explorar y conocer nuestro entorno. Es esta emoción la que manifestamos cuando un gato se ve intrigado por un juguete nuevo o un ratón se aventura a explorar su nuevo hogar. Según Panksepp, esta emoción es esencial para nuestra supervivencia y está profundamente arraigada en nuestra psique. Es gracias a ella que como seres humanos y animales nos aventuramos en la búsqueda de recursos esenciales como la comida y el abrigo.

Un excelente ejemplo de esta emoción es el comportamiento de los delfines. Estos inteligentes mamíferos marinos exhiben una curiosidad inagotable al investigar objetos flotantes e interactuar con los humanos. Su instinto de búsqueda no solo garantiza su supervivencia, sino que también contribuye a enriquecer sus relaciones sociales.

El miedo: Nuestro instinto de supervivencia

La emoción del miedo es un mecanismo de defensa que nos protege frente a amenazas potenciales. En la vida salvaje, el miedo puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Es fácil percibir esta emoción en un conejo que escapa al escuchar un sonido estridente o en una gacela que huye de un león.

En nosotros, los humanos, el miedo es una emoción que está fuertemente conectada a nuestro sistema límbico, específicamente a la amígdala. Este sistema cerebro compartido nos permite reaccionar rápida y eficientemente ante amenazas. Un buen ejemplo de esto es cómo los pájaros utilizan llamadas de alarma para alertar a sus compañeros de peligros inminentes.

La ira: Un arma para la protección

La ira es una respuesta emocional que surge cuando un animal se siente amenazado. Es esta emoción la que motiva comportamientos agresivos. Piensa en una osa madre que defiende fieramente a sus cachorros de un depredador; su ira le proporciona la energía necesaria para protegerlos.

En los humanos, la ira se puede manifestar en situaciones de injusticia o frustración. Aunque puede ser percibida negativamente, la ira está ligada a nuestros sistemas cerebrales primitivos como la amígdala y puede ser un mecanismo esencial para nuestra defensa.

Cuidado: Un vínculo de amor

La emoción del cuidado es fundamental para criar y proteger a las crías. Esta emoción se evidencia claramente en mamíferos como elefantes y chimpancés que demuestran comportamientos protectoras hacia sus crías. Los elefantes forman fuertes lazos familiares en donde las hembras mayores cuidan colectivamente a las crías más jóvenes.

En los humanos, esta emoción se manifiesta como amor y empatía, aspectos esenciales para construir fuertes relaciones sociales. El cuidado no solo garantiza la supervivencia de las generaciones futuras, sino que también refuerza vínculos emocionales profundos entre individuos.

Dolor: No solo físico

El dolor no solo es una respuesta a daños físicos; también puede ser una emoción. Los animales pueden experimentar dolor al perder a un ser querido, como se ha observado en chimpancés que muestran signos de tristeza tras la pérdida de un miembro de la manada. Esta habilidad para experimentar dolor emocional demuestra un profundo lazo social y una sorpresiva similitud con los humanos.

Deseo: Un impulso hacia la supervivencia

El deseo, en particular el sexual, es crucial para la reproducción y la existencia de especies. Esta emoción está presente en casi todos los animales y es propulsada por hormonas específicas. En las aves pavo real, el deseo se manifiesta a través de elaborados rituales de apareamiento que tienen como objetivo atraer parejas.

En los humanos, el deseo va más allá del ámbito reproductivo y comprende aspiraciones personales y metas individuales. Aun así, su origen biológico es similar al resto del reino animal: asegurar nuestra supervivencia como especie.

Juego: Una herramienta para el aprendizaje y el disfrute

El juego no es solo una fuente de diversión; es vital para el desarrollo social y cognitivo. Numerosos animales jóvenes juegan como una forma de aprender habilidades esenciales para su supervivencia en la edad adulta. Los cachorros de leones practican técnicas de caza mientras juegan, lo que les prepara para desafíos futuros.

En los humanos, el juego promueve la creatividad y fortaleza las relaciones interpersonales. Desde partidos de fútbol amigables hasta videojuegos con amigos, el juego sigue siendo una parte integral de nuestra vida diaria.

A medida que profundizamos en el estudio de las emociones compartidas entre humanos y animales, queda en evidencia la importancia de estas emociones básicas en nuestras vidas. Nos recuerdan que estamos más conectados con el reino animal de lo que pensamos y que compartimos con ellos una profunda similitud emocional. Así que la próxima vez que observes a tu mascota expresando emoción, recuerda que esas emociones tienen grandes raíces en nuestra evolución compartida.



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