Aurora creció en un hogar rígido y carente de afecto. Don Augusto, su padre, era un hombre de pocas palabras pero de autoridad indiscutible. En la mesa familiar, nadie podía hablar sin su consentimiento, nadie podía salir sin su venia y él era el juez y el jurado al decidir las penalizaciones.
Cuando Aurora cometía un simple error como derramar un vaso de jugo, la mirada severa de su padre la paralizaba en su sitio. Él la condenaba con palabras duras, pronunciando frases como "Eres un desastre, una inútil", sin indicarle cómo evitar tales errores en el futuro.
Se acostumbró a pasar las tardes en su habitación, en silencio y sola, anhelando pasar inadvertida. En su hogar, las críticas y las condenas reemplazaban a los abrazos y las palabras de apoyo, solo había reglas, castigos y demandas constantes.
Cuando Aurora se convirtió en madre, decidió ser tierna y flexible con sus hijos. A menudo le resulta difícil decirles 'no' porque piensa que para no ser autoritaria y excesivamente exigente, es mejor dejar a los niños explorar por sí mismos dónde están los límites y qué es lo que no deberían hacer.
Contario a lo que Aurora puede pensar, estudios científicos recientes sugieren la importancia de que los padres establezcan límites claros, expresen lo que esperan de sus hijos y creen pautas de comportamientos para guiar a los niños y adolescentes, contribuyendo de esta manera a su seguridad emocional.
El justo equilibrio entre autoridad y firmeza
El "estilo de autoridad" constituye la manera en la que cada padre o madre establece límites. No es lo mismo ser "autoritario" y transmitir mensajes de descalificación y agresión, que ser "firme" y explicar el por qué de las reglas y de las conductas que no son aceptables.
Por ejemplo, en lugar de regañar directamente a un niño que golpea a un compañero, un padre democrático puede preguntarle: "¿Por qué lo hiciste?", "¿Cómo crees que se sintió?", "¿Qué pasaría si le hubieran pegado a tu hermana?". Esto fomenta el pensamiento crítico y la interiorización de valores, motivando al niño a reflexionar sobre su acción y a desarrollar empatía.
Amor y límites pueden ir de la mano
No solo es posible demostrar amor a los niños estableciendo límites claros, sino que la puesta en marcha de estos límites es una forma de demostrar amor. Podemos ser firmes y a la vez demostrar aprecio y validación emocional, elementos esenciales para su desarrollo emocional.
Por ejemplo, si un niño quiere seguir utilizando su tablet más allá del tiempo establecido, un padre que combina amor con límites podría responder de la siguiente manera:
"Entiendo que te estás divirtiendo mucho con tu juego, pero ya hemos convenido que después de 30 minutos apagaremos la tablet para realizar otra actividad. Podemos leer un cuento juntos o jugar con tus bloques antes de ir a dormir. Es importante que cuidemos de tu tiempo de descanso y que respetemos los acuerdos establecidos."
Este enfoque logra el balance perfecto entre amor y estructura, permitiendo al niño comprender los límites sin sentirse rechazado o castigado. Muchos adultos, como la protagonista de nuestra historia, Aurora, crecen bajo estilos de crianza autoritarios, donde la disciplina estricta deja poco espacio para la comprensión y afecto. Sin un equilibrio entre normas y conexión emocional, los niños pueden crecer sintiéndose inseguros y con dificultades para confiar en ellos mismos y en los demás.
